Música: Llueve (It’s raining, 1949).
(Hernández/Beltrán/Soto/González/Grandío)
Llueve (oración impersonal).
pero amenaza vendaval.
Llueve, llueve, llueve, llueve,
Llueve en mi corazón
y nunca va a parar.
Llueve. Hoy me siento a escribir sin ganas, obligándome. Me he auto impuesto la obligación de hacer una entrada diaria, aunque sea la chorrada de turno, pero hoy se me hace cuesta arriba.
Ayer me peleé con mi pareja. Hoy me siento molesto conmigo mismo, por haber sido un capullo.
Pero también me siento dolido y triste, muy triste.
Triste por que no me sirve que me quiera, necesito un poco más y parece que no consigo que me lo de. Triste por que cualquier discusión, a la que sube un poco de tono, acaba planteando la separación.
No se si por su parte es un arma arrojadiza más o realmente se lo plantea como solución, pero lo que sí se es que no lo soporto, llevo luchando por borrar de mi mente esa opción desde hace meses y no puedo, tiene suficiente peso especifico para que esté ahí presente, a veces como una amenaza, a veces como una liberación.
Últimamente me dice que soy maravilloso, incluso muy a menudo.
Lo que necesito que entienda es que no puedo serlo siempre. Si soy maravilloso es porque lucho por nuestra relación constantemente, pero llega el momento en que resulta agotador y en cuanto bajo la guardia o la cago, como anoche, resulta que la primera solución que sale a la palestra es la separación y me hundo.
Resulta agotador tanto física como intelectualmente.
Físicamente por que me levanto a las 6:30 de la mañana, me voy a trabajar -ahora estoy en un momento crítico y he de recuperar retraso acumulado- estoy un mínimo de doce horas fuera y vuelvo agotado. Se hace duro ser maravilloso y ponerse a hacer la cena, a planchar camisas, a atender al niño y mantener el buen humor.
Cuando consigo volver a casa a las siete de la tarde sí que puedo, pero ahora estoy llegando a las ocho y a las ocho y media.
Cuando consigo sentarme y decir, ya está, paro, son las diez de la noche. Y mañana igual. Ella me recrimina que también trabaja, incluso se levanta una hora antes que yo. Lo que no se plantea siquiera es que en vez de trabajar doce horas trabaja siete, ocho con los desplazamientos. Ni que sestea diariamente durante hora y media.
Intelectualmente también es duro. Venimos de una situación en la que yo he quedado tocado, muy tocado y necesito que esté un poquito por mí. Pero no, desde que ha descubierto que está encantada con ser el ombligo del mundo, no esta por la faena. No lo ha estado nunca, siempre he sido yo el que ha ido detrás. Como mucho ella me demuestra que está disponible, pero no actua. Yo necesito que actue, que tome una actitud activa y me demuestre que sí, que está aqui conmigo y que es lo que quiere. Y no se como conseguirlo. Y cuando lo consigue la cago yo y me pongo borde.
Anoche, después de explotar, cuando ella quería hablar y yo no podía, me fuí a dar una vuelta, a escampar la boira, que decimos por aquí. Mientras conducía -Conrería en dirección Mollet, desvio hacia Tiana, nuevo desvio hacia Mongat, vuelta a Badalona.- tuve tiempo de pensar. Llegué a la conclusión -no hacen falta alforjas para este viaje- de que soy un capullo integral.
Me planteé el problema haciendo el esfuerzo de mirarlo como lo que es, MI problema. Y me dí cuenta de que había estallado por una tontería, por nada, para ser exactos.
Terminé de trabajar tarde y mientras volvía a casa, de mal humor con el día que había llevado, me puse a pensar en lo que quería encontrarme cuando llegase a casa y en lo que preveía que me iba a encontrar. Pensando, pensando me fuí poniendo cada vez de más mal humor, hasta que llegue a casa y ví que, efectivamente, ocurría exactamente lo que había previsto, no lo que yo quería que ocurriera.
Seguí pensando en el coche y me di cuenta de que el problema, MI PROBLEMA, es que hay cosas de ella que no me gustan. Posiblemente han estado ahí toda la vida, posiblemente no le había dado más importancia hasta ahora, pero ahora tengo mi capacidad de aguante y positivación bajo mínimos, como un pantano que después de diez años de sequia descubre que se le han agrietado las compuertas y se le escapa la poca agua que le queda.
Entendido el problema, me puse a buscar soluciones.
La solución que más me gustaría, hacerle entender que es lo que no me gusta y pretender que cambie, es imposible; le puedo pedir lo más razonable y razonado que quiera, lo considera automáticamente una agresión a su visión mundo-umbilical y responde con rechazo y borderio.
La que menos me gusta, plantarme -por aquí no paso-, mandarlo todo a la mierda y dejarla, tampoco. Por que lo que no me gusta de ella no es tan grave como para separarme. Hoy por hoy no. Con lo que solo me queda el camino de en medio.
Si estallé anoche fue por que me he ido callando cosas que no me han gustado y en vez de hablarlas se han quedado dentro, han ido haciendo poso en un vaso que últimamente amenaza con desbordar cada dos por tres.
Anoche desbordé por una tontería, sin que ella conociera el motivo ni le diera opción a conocerlo y fuí cruel con ella, la lastimé con mi forma de comportarme. Luego lo intenté arreglar y fue ella la que me hizo daño.
Tengo que intentar, que seguir intentando, no guardarme las cosas dentro, soltarlas con cuidado para evitar que se sienta agredida pero soltarlas y seguir luchando por conseguir un poquito de la estabilidad emocional que hoy por hoy hecho en falta.
Si además me echara una mano ella, ya sería la hostia. Pero no puedo contar con ello, si acaso intentar preveer los estallidos para resolverlos antes de llegar al límite y si no lo consigo, volver a decidir si la opción que hoy por hoy no me gusta nada, la que me parece una amenaza, no se haya vuelto una liberación finalmente.
3 comentarios:
Joder, Zoref... este machaque me recuerda en gran medida aquel poema de José F. Dicenta que cantó Alberto Cortez. Se llamaba "El amor desolado" y decía así:
Yo puse el esfuerzo
y ella la desgana.
Yo el hondo silencio
y ella la palabra,
Yo senda y camino
y ella la distancia.
Yo puse los ojos
y ella la mirada.
Quise entre mis manos
retener el agua
y sobre la arena
levanté mi casa.
Me quedé sin manos,
me quedé sin casa;
fui raíz oscura
y ella tronco y rama.
Para que la cuenta
del amor sumara,
ella puso el cuerpo,
yo el cuerpo y el alma.
Era toda viento,
yo todo montaña.
Yo pura resina,
y ella pura llama.
Una noche oscura
se fue de mi casa.
Cegaron mis ojos
para no mirarla.
Para no seguirla
cerré las ventanas.
Clausuré las puertas
para no llamarla.
Puse rosas negras
sobre nuestra cama.
Sobre su memoria
puse rosas blancas.
Y a la luz difusa
de la madrugada,
me quité la vida
para no matarla.
Yo lo puse todo,
vida, cuerpo y alma,
y ella, Dios lo sabe,
nunca puso nada.
En fin, no queda más que tirar palante. Ánimo.
Saludos
Sap.
:-)
Bueno, bueno, señor contable, pues que después de este poemazo que te ha puesto Sap no tengo nada más que decirte. El tema es que hay que poner, ambos, esto es un mitad y mitad ¿no?
Ánimo.
Mar :**
Juasss, me ha gustado volver a verte el careto, tras tantos años. Y me ha gustado lo que escribes, sí. Escribes/describes sentimientos muy complejos con pincelada firme, con las palabras justas.
Dos tonterías de nada que no funcionan siempre, pero sí a menudo:
1. ¿Has probado a regalarle flores? Lo digo en serio. Sin ser su cumpleaños ni nada.
2. Llévatela de vacaciones o de puente, sin niño, a un sitio bonito, aunque no sea lejano.
Sobre la amenaza perenne, constante, de la separación, no se me ocurre qué decirte, kiyo. A mí me funcionó una vez aceptarlo, decir: "Vale, bien, estoy de acuerdo". Entonces él se arrugó y hasta ahora. La clave puede ser que yo lo decía en serio, lo mío no era un farol. Pero no prometo resultados iguales, ojo con esto.
Un besote grande de Azu. :-**
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