Vamos a limpiar rincones...

Por fin he incumplido lo que dije en mi primera entrada respecto a no publicitar este diario.Inicialmente pretendía que fuera como un "diario íntimo de la Srta. Pepis" abierto encima de la mesa de un bar. Que quién se acercara a ojearlo lo hiciera de pasada, sin conocerme ni con ningún prejuicio, más por el morbo de asomarse a la ventana de un desconocido y echar un vistazo a su interior.Pero mi lado exhibicionista es mucho más fuerte de lo que yo mismo me creo. Al igual que en su momento publiqué una vivencia muy privada, de la cual he hablado aqui también, en un foro público -hum.lit- ahora he vuelto allí, tras semanas de no asomarme, para colgar un trozo de este diario y, logicamente, hacer mención de él.Espero que al igual que entonces, las opiniones sean amables y exentas de crueldad, lo que no quita que se critique lo que se quiera criticar.

martes, 19 de junio de 2007

Crónicas de la Ronda

Voy a empezar a contar algo que me tiene impresionado desde que empecé a circular diariamente por la Ronda de Barcelona y es que tengo la sensación de que día sí día también hay algún accidente y siempre está implicada alguna moto.

Hoy ha sido en la del Litoral, antes de llegar a Paral.lel. No he visto el accidente en sí, pero no debería haber ocurrido hacía mucho, diez minutos a lo sumo. Lo he intuido cuando el tráfico, que era razonablemente fluido, se ha comenzado a espesar y los vehículos que circulaban por la izquierda a intentar meterse nerviosamente en la derecha. Tres guardias urbanos se encargaban de despejar el carril de la izquierda, donde habían un par de coches parados.

He hecho esfuerzos por no mirar, centrarme en la circulación que era complicada, con el riesgo clásico del accidente del "mirón". Pero no he podido evitar ver, por el rabillo del ojo, un hombre - no más de treinta años- tumbado de lado en el suelo, con un urbano sujetándole la cabeza que llevaba el casco puesto.

Prefiero pensar que no era más que precaución por parte del guardia y que no le dejaba moverse mientras llegaba la ambulancia, pero me ha dejado mal cuerpo ver allí, tirado en el suelo, tan indefenso, a una persona que, como yo, unos minutos antes iba cabalgando entre la circulación, esquivando tubos de escape y retrovisores, maldiciendo las maniobras imprevistas que cortan el paso, luchando estúpidamente por llegar cinco minutos antes a vaya usted a saber donde.

Y seguramente, mañana más.

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