Vamos a limpiar rincones...

Por fin he incumplido lo que dije en mi primera entrada respecto a no publicitar este diario.Inicialmente pretendía que fuera como un "diario íntimo de la Srta. Pepis" abierto encima de la mesa de un bar. Que quién se acercara a ojearlo lo hiciera de pasada, sin conocerme ni con ningún prejuicio, más por el morbo de asomarse a la ventana de un desconocido y echar un vistazo a su interior.Pero mi lado exhibicionista es mucho más fuerte de lo que yo mismo me creo. Al igual que en su momento publiqué una vivencia muy privada, de la cual he hablado aqui también, en un foro público -hum.lit- ahora he vuelto allí, tras semanas de no asomarme, para colgar un trozo de este diario y, logicamente, hacer mención de él.Espero que al igual que entonces, las opiniones sean amables y exentas de crueldad, lo que no quita que se critique lo que se quiera criticar.

sábado, 23 de junio de 2007

Viernes noche. ¿Fiesta?

Son las diez de la mañana y me acabo de levantar. Anoche después de acabar la jornada de trabajo había quedado para jugar un partido de basket con el resto de padres del club de basket de mi hijo. Cada año lo hacemos. Nos vemos todos los sábados, mientras juegan los niños y cuando acaba la liga, quedamos para hacer un partidillo y cenar juntos. Al partido, por suerte, llegue tarde (lo siento, me he liado en el trabajo, etc. etc.) A la cena llegue bien.

Nos tomamos unas cervezas en el bar del polideportivo y nos quedamos a cenar allí. Fue todo muy divertido, un montón de niños jugando en un enorme campo de futbol, de vez en cuando algún petardo que estallaba demasiado cerca, muchas risas provocadas por comentarios divertidos. De repente me di cuenta y lo dije, -ya estamos otra vez, las mujeres todas por su lado en una mesa y los tios por otro.

Durante los cafes ocurrió una cosa extraña, mi compañera es siempre el centro de atención y le encanta, pero ayer debía tener las feromomas disparadas por que lo era más de lo habitual incluso. Mientras el camarero nos servía los cafes me dí cuenta de que el mamón le estaba tirando la caña.

Yo no le veía la cara a ella, pero estaba claro que el tio iba directo, hasta que la oi decir -gracias, pero ya voy bien servida- o algo así. El resto del grupo empezó a hacer comentarios que hizo que el notas se diera cuenta de que yo existía, con lo que acabó viniendo a mi e intentando quitarle hierro a su metedura de pata bromeando conmigo y al rato, me pidió disculpas por si se había pasado. Le dije que no pasaba nada, la conozco como para saber que realmente no pasaba nada y le ayude a sentirse más cómodo aceptando sus disculpas.

Pero ya se me empezó a cruzar el cable. Tengo muy reciente la decepción de navidad. Además cometí un error de intendencia grave, no llevé chaqueta. Estabamos al aire libre y cuando nos tomamos los chupitos, ya hacía fresco. Intenté aguantar un rato, pero cuando ya llevaba más de media hora en la que sólo se contaban chistes y estos eran cada vez más desagradables, racistas, machistas, etc. me quedé mirando a la mesa de las mujeres con ganas de irme hacia ellas. El año anterior ocurrió algo parecido e intenté ir, pero me echaron diciendo que estaban hablando de sus cosas y que me volviera con los tios. No me gustó y me dije que no me lo volverían a decir, así que anoche ni me acerqué.

Al cabo del rato me dió tiritera y decidí levantarme, fui al lavabo, fui a ver que hacían los niños y al final se me acabó de cruzar el cable y me fuí a casa. El problema es que lo hice sin hacer ningún comentario, ni a mi compañera ni a los amigos ni a nadie , me puse a caminar, me dije a mi mismo como excusa que iba a por algo de abrigo, pero sabía que no iba a volver. No es la primera vez que me ocurre, ya lo habré echo media docena de veces, solo que hacía mucho tiempo que no me pasaba. De repente me digo ¿que pinto yo aqui? y desaparezco sin abrir la boca.

Me despejé bastante con el paseo (habrán diez minutos caminando desde donde estabamos hasta casa) pero en cuanto llegué, me metí en la cama y me tapé completamente hasta que se me quitara la tiritera que me había hecho irme. No había pasado ni una hora cuando sono el móvil -¿joder Diego, donde estás? estamos todos buscándote y nadie sabe nada. - Estoy en casa, no pasa nada. Y colgué.

Esta mañana mi compañera se ha comportado muy bien, casi como yo quería. Me ha pedido explicaciones pero no ha insistido demasiado. Hoy será la verbena de San Juan y nos iremos a casa de unos amigos a pasarla. Espero que no se me vuelvan a cruzar los cables por que necesito disfrutar en vez de angustiarme. Supongo que teniendolos pelados y al aire libre es díficil que no se me crucen.

Quizás lo mejor de la noche, cruzada de cables aparte, es que somos un grupo de amigos muy variado, que nos importa y nos preocupamos los unos por los otros. Hay algunos con los que me siento más cercano, otros simplemente están ahí y los disfruto. Con Toni quedé -habrá que acabar de cuadrarlo- para ir al Montseny, a un lugar que él conoce. También recordamos que tenemos una bbq pendiente, me apetece y mucho.

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