Vamos a limpiar rincones...

Por fin he incumplido lo que dije en mi primera entrada respecto a no publicitar este diario.Inicialmente pretendía que fuera como un "diario íntimo de la Srta. Pepis" abierto encima de la mesa de un bar. Que quién se acercara a ojearlo lo hiciera de pasada, sin conocerme ni con ningún prejuicio, más por el morbo de asomarse a la ventana de un desconocido y echar un vistazo a su interior.Pero mi lado exhibicionista es mucho más fuerte de lo que yo mismo me creo. Al igual que en su momento publiqué una vivencia muy privada, de la cual he hablado aqui también, en un foro público -hum.lit- ahora he vuelto allí, tras semanas de no asomarme, para colgar un trozo de este diario y, logicamente, hacer mención de él.Espero que al igual que entonces, las opiniones sean amables y exentas de crueldad, lo que no quita que se critique lo que se quiera criticar.

martes, 12 de agosto de 2008

VALORES Y APRECIOS

VALORES Y APRECIOS

Es curioso. Hoy me he enfadado con una persona que aprecio enormemente. De la manera más tonta. Primero hemos estado comentando lo horrible que era una tercera persona. Aunque no hemos utilizado los epítetos directos “japuta”, “imbécil”, etc., la hemos descrito con bastante exactitud y sí, hemos llegado a la conclusión consensuada de que lo era.

Un rato después, mientras estábamos en un supermercado, como una gracia sin más, me ha dicho que yo, con mi actitud, le recordaba a la susodicha.

¡Que mal me ha sentado!

Y me ha sentado mal porque no era la primera vez. En aquella ocasión la persona pre-criticada era otra, a la que yo no conocía y por tanto el único acuerdo estaba basado en la credibilidad que me aportaba la criticadora.

Cuando ocurrió la otra vez, le expliqué que no me había gustado y por qué.

Y pareció entenderlo.

Pero por mucho que le explique a esta persona que aunque sea absolutamente de broma, que me compare con lo peor de lo peor me hace daño y me hace sentir mal parece no importarle por que sigue haciéndolo.

Que los sentimientos de los demás no te estropeen una buena frase.

Y si se lo recrimino me tacha de sensiblero o de tiquismiquis.

Palabro que, como todos sabemos es la forma cariñosa de imbécil.

Hoy, cuando ha vuelto a ocurrir, además de enfadarme me he indignado.

Me he pasado muchísimos años, casi media vida, sin poder utilizar una palabra:

“GORDA”

Ni la palabra ni nada que hiciera relación a ello y esto ha sido así por que esta persona siempre, incluso cuando no lo ha estado, ha tenido un terrible complejo con el tema.

Como ya dije al principio, es una persona a la que aprecio mucho. Tanto, que modificó mi actitud hacia el tema, que era de respeto, pero sin descartar el cachondeo.

Y el cambió caló tanto que mi actitud se convirtió en una manera de integrismo con el tema.

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Este concepto se convirtió en un valor del que me siento orgulloso y del que permito pocas desviaciones en mi presencia.

Lo que decía, casi casi, integrismo.

Todo esto me genera un problema moral.

La persona que provocó que cambiara uno de mis valores, fijate lo importante que resulta su opinión para mi, resulta que no lo respeta (salvo cuando la afecta a ella, por supuesto) e incluso cuando lo machaca, lo hace utilizándolo contra mí (con un tercero resultaría desagradable pero no doloroso).

Es más, si se lo crítico, se pitorrea de mi.

¿Y ahora qué?

Donde yo esperaba un “coño, perdona. Ha sido sin mala intención ya se que te jode y no quería joderte” para poder responderle con un “no pasa nada. La próxima vez piénsatelo antes de soltar la bromita y ya está” me encuentro con una actitud entre pitorreo y la típica agresividad del que se pone a la defensiva. Grrrr...

¿Y ahora qué?

Pues ahora nada.

Como siempre.

Es lo que tiene sentir un aprecio especial (sí, realmente es más que aprecio) hacia alguien.