Vamos a limpiar rincones...

Por fin he incumplido lo que dije en mi primera entrada respecto a no publicitar este diario.Inicialmente pretendía que fuera como un "diario íntimo de la Srta. Pepis" abierto encima de la mesa de un bar. Que quién se acercara a ojearlo lo hiciera de pasada, sin conocerme ni con ningún prejuicio, más por el morbo de asomarse a la ventana de un desconocido y echar un vistazo a su interior.Pero mi lado exhibicionista es mucho más fuerte de lo que yo mismo me creo. Al igual que en su momento publiqué una vivencia muy privada, de la cual he hablado aqui también, en un foro público -hum.lit- ahora he vuelto allí, tras semanas de no asomarme, para colgar un trozo de este diario y, logicamente, hacer mención de él.Espero que al igual que entonces, las opiniones sean amables y exentas de crueldad, lo que no quita que se critique lo que se quiera criticar.

martes, 19 de junio de 2007

Misty morning, cara a cara sin saberlo.

Hoy he tenido que variar mi ruta habitual para ir al corazón del país de la niebla, que es, como muy pocos sabemos, la zona de Paral.lel - Montjuic. Lo llamo así por que durante un tiempo, que empezó a primeros de diciembre del año pasado, duró toda la navidad, continuó en reyes y empezó a terminar en enero/febrero de este año estuvo sumergido bajo una niebla espesa y desagradable.

Aunque pueda parecer absurdo, llegó a hacerme tanto daño mientras duró que, cuando por fin conseguí creerme que realmente estaba desapareciendo la niebla, tenía el espiritu destrozado y el corazón roto en mil pedazos.

Hoy he pasado por el centro mismo de la niebla y me he parado a fumar un cigarrillo. Eran las ocho y media pasadas de la mañana y me he quedado mirando un grupo de gente que había enfrente de una oficina de correos. Eran todos empleados, un par de chicas y tres o cuatro hombres que seguramente habían vuelto de almorzar y se fumaban un cigarrillo antes de entrar.

He cruzado mi mirada con uno de ellos, nos hemos estudiado durante unos segundos y me he ido, una vez he satisfecho mi curiosidad. Estaba en la puerta de la cartería, fumando relajado, vestido con una camiseta verda de manga corta y tejanos viejos. El pelo castaño un poco largo, tal como solía llevarlo yo hace veintitantos años. Extremadamente delgado, como de mi altura, con una pose indolente y a la vez nerviosa. No se parece a quien me dijo que se parecía, aunque a fuerza de buscarle parecido he de reconocer que tiene un aire.

No ha habido cruce de palabras, claro que sólo yo sabía que no era necesario. Durante un minuto he pensado en acercarme, decirle quien era y que estaba allí por que necesitaba satisfacer mi curiosidad. No lo he hecho, aunque si hubiera estado solo es posible que lo hubiera hecho.

También me ha pasado por la cabeza que ocurriría si perdiera los nervios durante la conversación. Ya me ocurrió en otra situación parecida, hace mucho tiempo, casi en una vida anterior, estando en Bilbao. Sólo que entonces yo era él. Estuve más de una semana con la cara inflada y el cuerpo dolorido. Él no se si volvió a caminar, espero que sí. Por si acaso, mejor dejarlo como está. Ya me ha removido cosas que quisiera que se apacigüen y no creo que me aporte nada bueno avanzar por este camino.

En todo caso ya he satisfecho mi necesidad de ponerle cara y espero que me ayude a pasar página y olvidar la niebla. El tiempo lo dirá. Hoy por hoy solo pensar en ello me duele. Por cierto, ¿he comentado ya que no puedo dejar de pensar en ello?

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