Vamos a limpiar rincones...

Por fin he incumplido lo que dije en mi primera entrada respecto a no publicitar este diario.Inicialmente pretendía que fuera como un "diario íntimo de la Srta. Pepis" abierto encima de la mesa de un bar. Que quién se acercara a ojearlo lo hiciera de pasada, sin conocerme ni con ningún prejuicio, más por el morbo de asomarse a la ventana de un desconocido y echar un vistazo a su interior.Pero mi lado exhibicionista es mucho más fuerte de lo que yo mismo me creo. Al igual que en su momento publiqué una vivencia muy privada, de la cual he hablado aqui también, en un foro público -hum.lit- ahora he vuelto allí, tras semanas de no asomarme, para colgar un trozo de este diario y, logicamente, hacer mención de él.Espero que al igual que entonces, las opiniones sean amables y exentas de crueldad, lo que no quita que se critique lo que se quiera criticar.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Día de perros

27 de diciembre de 2007.

Hoy es festivo, San Esteban. Punto y seguido en la "orgía" navideña. Me levanto tarde, con el estómago revuelto y algo de tortículis. Perfecto porque hoy tenemos comida familiar en casa.
Después de desayunar, saco a los perros. En cuánto atravesamos el portal, comienzan a ladrar.

Miro y veo venir, al fondo, por la misma acera, a un señor con su "cuñao", dos o tres crios con los juguetes más escandalosos del barrio (¿O serán ellos que consiguen hacer de un triciclo un huracán de gritos y golpes?) y un enorme perro labrador negro que abulta los que los mios multiplicados por cinco.

Voy el descampado más cercano a casa y los mantengo sujetos y con la cadena corta. Veo al grupo que llega a una plaza cercana para que corra el perro y jueguen los niños. Bien.

Jugando jugando, el perro se acerca y los mios, que son unos "acojonaos" de cuidado se ponen a ladrar como locos y tengo que esforzarme en controlarlos. Suerte que he estado todo el rato atento, si no el susto que me da el perrito es de órdago.

Cuando subo a casa, Loli me comenta que lo ha visto desde la terraza y que "ese tio es un gilipollas". Me explica que a ella ya le ha dado algún susto y que pase quien pase, esté quien este, no sujeta al perro ni por equivocación."No, si no hace nada" y se queda tan pancho.

Y aquí comienza el motivo de ésta reflexión.

Pienso que hay mucha gente como ese señor, que va a la suya y le importa una mierda el resto. Me imagino que pensaría, como reaccionaria ese señor si se produjera una situación como la que se podría haber dado si por ejemplo, hubiera vuelto a bajar y le hubiera dicho, amablemente:

- hola, me gustaría comentarte un tema, ¿me permites un par de minutos de atención?

- Claro, dime.

- Mira, soy un vecino tuyo, vivo aquí (señalo hacia el bloque más cercano) y no se si me has visto antes, iba paseando unos perritos.

- Sí que te he visto, escandalosos pa'la mierda perros que son, ¿no?

- Ya, por eso los llevo siempre sujetos. Son pequeñitos y tienen miedo así que se ponen agresivos con los perros grandes.

- No, el mio no hace nada. Por eso lo llevo suelto. Pero es que hay tanto gilipollas que no lo entiende y te da la brasa que de verdad, a veces me gustaría azuzarlo y que se llevaran un buen susto.

- Sí, eso es una idea. De todas maneras, yo te quería comentar que si podías, por favor, si ves que alguien se asusta, aunque sea una tontería y no tengan motivo de ello, aún así, si podías sujetarlo. Sí ya se y tienes razón, pero le ahorrarías un mal trago a alguien con muy poco esfuerzo.

- Ya estamos. ¿Y si no me da la gana que pasa?

Sonrío mientras señalo el bulto que se marca en el interior de la chaqueta, en el sobaco izquierdo.

- Mira, te entiendo. Si ya te digo que tienes razón. Pero es que los sustos son muy malos. Imaginate que yo ahora saco la pipa que llevo aquí.

Con un gesto lleno de naturalidad, sereno pero firme, saco la pistola y, con la sonrisa congelada en la cara, la monto y se la apoyo en la frente.

- Tu sabes que es broma, que no te voy a matar. Sabes que no lo voy a hacer. Soy pacifico. Sólo estoy enseñandotela. ¿A que es guapa? y para que notes lo genial que es, va cargada, sin seguro y te apunto a la frente. ¿A que mola? ¿No notas la adrenalina como sube? ¿no será miedo? Ya sabes que no te voy a disparar, ¿verdad? ¿o no lo sabes? ¿dudas?
Me conoces de vista y sabes que soy pacífico. Si tengo unos mierdas de perros que no le durarían ni medio bocao al tuyo...

El hombre estaba petríficado, con finas gotitas de sudor brillandole en la frente. El perro, a sus pies, sentado mirando como "charlamos" moviendo relajadamente el rabo.

- Tu perro, como mi pistola, pueden matar a una persona. Tu sabes que tu perro no me va morder, pero yo no y me puede hacer pasar mucho miedo. Sobretodo si me lo azuzas, aunque sea en broma.
Yo también se que no voy a disparar, pero tu no y lo estas pasando mal. Sabes que no lo voy a hacer pero no estas seguro.
Tanto a tu perro como a mi se nos puede cruzar el cable por vaya usted a saber por qué y, cuando menos te lo esperas y sin venir a cuento, me muerde. O te disparo. Pum. El miedo se convierte en dolor.
¿Así que si te parece bien, tu sujetas al perro yo guardo la pipa y nos deseamos una feliz navidad jou jou jou puta?

Diego / Zoref
(En este relato no se ha maltratado ningún animalico. Aunque alguno se lo mereciera)

1 comentario:

LacarteraLalola dijo...

ostias tío, ¿pero de veras que el perro sabía disparar la pipa?